¿Cómo debería abordarse la Biblia en cuanto a la creencia en Dios? Esta es una cuestión de principios. ¿Por qué estamos compartiendo esta pregunta? Porque en el futuro, difundirás el evangelio y ensancharás la obra de la Era del Reino, y no es suficiente con ser simplemente capaz de hablar de la obra de Dios hoy. Para ampliar Su obra, es más importante que seas capaz de resolver los antiguos conceptos religiosos y las viejas formas de creencia de las personas, y dejar a estas totalmente convencidas; y para llegar a ese punto, es necesaria implicar a la Biblia.

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La primera vez que Dios se hizo carne fue a través de la concepción por el Espíritu Santo, y tuvo relación con la obra que pretendía hacer. El nombre de Jesús marcaba el comienzo de la Era de la Gracia. Cuando Jesús empezó a desarrollar Su ministerio, el Espíritu Santo comenzó a dar testimonio del nombre de Jesús, y ya no se habló más del nombre de Jehová, y en su lugar el Espíritu Santo inició la nueva obra principalmente bajo el nombre de Jesús. El testimonio de los que creyeron en Él fue dado para Jesucristo, y la obra que hicieron fue también para Jesucristo. La conclusión de la Era de la Ley del Antiguo Testamento significaba que la obra principalmente conducida bajo el nombre de Jehová había llegado a su fin.

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La Era de la Gracia predicó el evangelio del arrepentimiento, y siempre que el hombre creyera, sería salvo. Hoy, en lugar de la salvación, sólo hay conversaciones de conquista y de perfección. En ningún momento se afirma que si una persona cree, toda su familia será bendita, o que la salvación sea de una vez por todas. Hoy, nadie pronuncia estas palabras, y son cosas obsoletas. En ese momento, la obra de Jesús era la redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, Él te redimiría; si creías en Él, dejabas de ser un pecador y eras liberado de tus pecados.

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Juan trabajó siete años para Jesús, y había allanado el camino cuando este llegó. Antes de ello, el evangelio del reino de los cielos predicado por Juan se oyó por todo el territorio, de forma que se difundió a lo largo de Judea, y todos lo llamaron profeta. En aquella época, el rey Herodes deseaba matar a Juan, pero no se atrevía a hacerlo, porque el pueblo lo tenía en alta consideración, y el monarca temía que se rebelaran contra él.

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Que la humanidad haya progresado hasta aquí es una situación sin precedente. La obra de Dios y la entrada del hombre avanzan hombro con hombre y, así, la obra de Dios es también una gran ocasión sin paralelo. Hasta la fecha, la entrada del hombre es un prodigio nunca antes imaginado por el hombre. La obra de Dios ha alcanzado su cenit y, posteriormente, la “entrada” del hombre[1] también ha alcanzado su apogeo.

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Desde hace mucho tiempo, las tradiciones étnicas y las perspectivas mentales arraigadas han ensombrecido el espíritu puro e infantil del hombre, han atacado su alma sin la más mínima humanidad como si fuera imparcial e incorruptible. Los métodos de estos demonios son extremadamente crueles, y es como si la “educación” y la “crianza” se hubieran convertido en las técnicas tradicionales mediante las cuales el rey de los diablos mata al hombre. Hace uso de su “profunda enseñanza”, y cubre por completo su fea alma, se viste con piel de oveja para lograr la confianza del hombre y, después, aprovechar cuando este duerme para devorarlo por completo.

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He dicho tantas veces que la obra de Dios de los últimos días es para alterar el espíritu de cada persona y cambiar su alma, de manera que su corazón, que ha sufrido un gran trauma, sea reformado, y rescatar así su alma tan profundamente dañada por el mal; esto es para despertar el espíritu de las personas, para descongelar su frío corazón y permitirles ser rejuvenecidos. Esta es la mayor voluntad de Dios. Dejad a un lado la conversación respecto a lo noble y lo profundo de la vida y las experiencias del hombre; cuando el corazón de las personas haya sido despertado, cuando hayan sido despertados de sus sueños, y conozcan por completo el daño forjado por el gran dragón rojo, la obra del ministerio de Dios habrá concluido.

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Al hombre le ha llevado hasta hoy entender que no sólo carece de la provisión de vida espiritual y de la experiencia de conocer a Dios, sino, lo que es más importante, de los cambios en su carácter. Debido a que el hombre desconoce por completo la historia y la antigua cultura de la humanidad, no tienen el más ligero conocimiento de la obra de Dios. El hombre espera poder estar apegado a Dios en lo profundo del corazón, pero por la excesiva corrupción de su carne, así como por la insensibilidad y la torpeza, queda reducido a no tener el más mínimo conocimiento de Dios.

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Hoy todos sabéis que Dios está conduciendo a las personas a la senda correcta de vida, que está guiando al hombre para que dé el siguiente paso hacia otra era, que lo está guiando a trascender esta antigua era oscura, a librarse de la carne, de la opresión de las fuerzas de oscuridad y de la influencia de Satanás, para que todas y cada una de las personas puedan vivir en un mundo de libertad. Por el bien de un hermoso mañana, para que las personas puedan ser más audaces en sus pasos futuros, el Espíritu de Dios lo planea todo para el hombre, y para que este pueda disfrutar más, Dios dedica todos Sus esfuerzos en la carne para preparar el camino delante del hombre, para que ese día que el ser humano anhela pueda llegar antes.

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Si el hombre puede entrar verdaderamente en conformidad con la obra del Espíritu Santo, su vida brotaría con rapidez como un retoño de bambú después de la lluvia de primavera. A juzgar por la estatura corriente de la mayoría de las personas, nadie le concede importancia a la vida. En vez de ello, consideran relevantes algunos asuntos superficiales intrascendentes.

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Dios les ha confiado mucho a los humanos y también ha hablado de incontables maneras sobre la entrada humana. Sin embargo, por ser el calibre de las personas tan pobre, muchas de las palabras de Dios dejan de arraigarse. Existen diversas razones para este pobre calibre, como la corrupción del pensamiento y la moralidad humanas, la falta de una educación adecuada; las supersticiones feudales que ocupan gravemente el corazón del hombre; los estilos de vida depravados y decadentes que han alojado muchas enfermedades en los rincones más profundos del corazón humano; una comprensión superficial de la alfabetización cultural, con casi el noventa y ocho por ciento de las personas que carecen de educación en la misma.

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Vuestra obra y entrada son bastante pobres; el hombre no da importancia a la obra y es incluso más descuidado con la entrada. El hombre no considera que estas cosas sean lecciones en las que debería entrar; por tanto, en su experiencia espiritual, prácticamente todo lo que el hombre ve son castillos en el cielo. No se os pide mucho en términos de vuestra experiencia en la obra, pero, como alguien que Dios debe perfeccionar, deberíais aprender a trabajar por Dios de forma que podáis ser pronto conforme a Su corazón.

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