En la actualidad hay muchas personas que creen de una manera confusa. Vuestra curiosidad es demasiado grande, vuestro deseo de buscar bendiciones es demasiado grande, y el de buscar la vida demasiado pequeño. Los creyentes en Jesús están, hoy en día, llenos de entusiasmo. Él les va a dar la bienvenida al hogar celestial, ¿cómo no van a creer? Algunas personas son creyentes toda su vida, otras durante más de veinte, cuarenta o cincuenta años; nunca se cansan de leer la Biblia.

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El resultado a conseguir de la obra de conquista es principalmente que la carne del hombre deje de rebelarse, esto es, que su mente obtenga un nuevo entendimiento de Dios, que su corazón le obedezca totalmente a Él, y que tome la determinación de ser para Él. La forma en que cambie el temperamento o la carne de una persona no determina si esta ha sido conquistada. Más bien, Dios te ha conquistado cuando tu pensamiento, tu consciencia y tu sentido cambian, es decir, cuando toda tu actitud mental cambia.

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Vosotros solíais perseguir el reinar como reyes y, hoy, aún tenéis que dejar eso atrás por completo; seguís deseando hacerlo, sostener los cielos y sustentar la tierra. Ahora, pensad en ello: ¿poseéis tales cualificaciones? ¿No estáis siendo absurdos? ¿Es realista aquello que buscáis y a lo que dedicáis vuestra atención? Ni siquiera poseéis una humanidad normal; ¿no es patético? Así pues, hoy sólo hablo de ser conquistados, de dar testimonio, de mejorar vuestro calibre, y de entrar en la senda del perfeccionamiento, y no hablar de nada más.

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Después de que la verdad de Jesús hecho carne se materializara, el hombre creyó esto: que no es sólo el Padre en el cielo, sino también el Hijo e incluso el Espíritu. Esta es la noción convencional que tiene el hombre, que hay un Dios así en el cielo: una Trinidad que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, todos en uno. Toda la humanidad tiene esta noción: Dios es un Dios, pero se compone de tres partes, lo que todos aquellos fuertemente afianzados en las nociones convencionales consideran como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

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La humanidad, muy profundamente corrompida por Satanás, no sabe que hay un Dios y ha dejado de adorarlo. En el principio, cuando Adán y Eva fueron creados, la gloria de Jehová y Su testimonio siempre estaban presentes. Pero después de corromperse, el hombre perdió la gloria y el testimonio porque todos se rebelaron contra Dios y dejaron de venerarlo totalmente. La obra de conquista de hoy es para recuperar todo el testimonio y toda la gloria, y que todos los hombres adoren a Dios, de forma que haya testimonio entre los creados.

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Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación Cada etapa de la obra realizada por Dios tiene un sentido real. En aquel entonces, cuando Jesús llegó, era varón, y cuando Dios viene esta vez es mujer. A partir de esto, puedes ver que Dios creó al varón y a la mujer para Su obra y que con Él no hay distinción de género. Cuando Su Espíritu llega, Él puede adoptar cualquier carne a voluntad y esta lo representa. Sea varón o mujer, ambos representan a Dios mientras sean Su carne encarnada.

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Cuando Dios lleva a cabo Su obra, Él no viene a participar en ninguna construcción o movimiento, sino a cumplir Su ministerio. Cada vez que se hace carne, es sólo para lograr una etapa de la obra e inaugurar una nueva era. Ahora ha llegado la Era del Reino y el entrenamiento para el reino. Esta etapa de la obra no es la obra del hombre, no es para obrar al hombre hasta un grado determinado; es sólo para terminar una porción de la obra de Dios. Lo que Él hace no es la obra del hombre, no es para lograr un cierto resultado al obrar al hombre antes de partir de la tierra; es para cumplir Su ministerio y para terminar la obra que debe cumplir, que es hacer los arreglos apropiados para Su obra en la tierra y así ser glorificado.

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En la época en que Jesús obró en Judea, lo hizo abiertamente, pero ahora obro y hablo entre vosotros en secreto. Los incrédulos lo ignoran por completo. Mi obra entre vosotros está cerrada a quienes se encuentran fuera. Estas palabras, estos castigos y estos juicios los conocéis únicamente vosotros y nadie más. Toda esta obra se lleva a cabo entre vosotros y se abre únicamente a vosotros; ninguno de los incrédulos está al tanto de esto, pues la hora aún no ha llegado.

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En la Era de la Gracia, Juan allanó el camino para Jesús. No podía llevar a cabo la obra de Dios mismo y simplemente cumplió con el deber del hombre. Aunque Juan fue el precursor del Señor, no podía representar a Dios; sólo era un hombre usado por el Espíritu Santo. Después del bautismo de Jesús, “descendió el Espíritu Santo sobre Él, como paloma”. Fue entonces cuando empezó Su obra, es decir, comenzó a desempeñar el ministerio de Cristo. Por esta razón asumió la identidad de Dios, porque vino de Él.

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Muchas personas creen que entender y ser capaz de interpretar la Biblia es lo mismo que encontrar el camino verdadero; pero en realidad, ¿son las cosas tan simples? Nadie conoce la realidad de la Biblia: que no es nada más que un registro histórico de la obra de Dios, y un testimonio de las dos etapas anteriores de la misma, y no te ofrece un entendimiento de los objetivos de la obra de Dios. Todo aquel que ha leído la Biblia sabe que documenta las dos etapas de la obra de Dios durante la Era de la Ley y la de la Gracia.

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No todo en la Biblia es un registro de las palabras habladas personalmente por Dios. La Biblia simplemente documenta las dos etapas anteriores de la obra de Dios, de las cuales una parte es un registro de las predicciones de los profetas, y otra las experiencias y el conocimiento escritos por personas usadas por Dios a lo largo de los tiempos. Las experiencias humanas están contaminadas con opiniones y conocimiento humanos, algo que es inevitable.

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A la Biblia también se la denomina Antiguo y Nuevo Testamento. ¿Sabéis a qué se refiere “testamento”? El “testamento” en el Antiguo Testamento procede del pacto de Jehová con el pueblo de Israel cuando mató a los egipcios y salvó a los israelitas de Faraón. Por supuesto, la prueba de este pacto fue la sangre del cordero embadurnada en los dinteles, por medio de la cual Dios estableció un pacto con el hombre, en el que se estableció que todos aquellos que tuvieran sangre de cordero en la parte superior y los lados del marco de la puerta eran israelitas, el pueblo escogido de Dios, y Jehová los salvaría (porque Jehová estaba a punto de matar a todos los hijos primogénitos de Egipto y a los primogénitos de las ovejas y el ganado).

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