Tras Su encarnación, entre los hombres Él vivió; vio la depravación del hombre y la situación de su vida. Dios encarnado sintió el desamparo del hombre, y lo penosos que son; sintió su dolor. Dios ganó más compasión por la condición humana, y más preocupación por Sus seguidores por Sus instintos en la carne
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